28 junio 2014

Aforamiento (o a fuera miento)

Estamos (estábamos hasta ayer) a vueltas con el aforamiento del exmonarca. Se diría que hay algún tipo de prisa por cerrar el asunto, como si estuviéramos ante algún tipo de capo de la cosa nostra o de un cártel colombiano. Parece que el pasado del rey saliente no soportaría ni unos días al descubierto, y que existe miedo (pavor) ante la posibilidad de que algo pueda salir a la luz. Si no se le puede juzgar, no se le puede investigar, que es la mejor manera de que no se sepa nada. Así se evitan tener que descubrir cosas, escribirlas, declararlas secretas, clasificarlas y dejarlas en el cajón de los secretos oficiales hasta dios sabe cuándo (en realidad, ni dios sabe cuándo).

Los que se atreven a especular sobre la prisa en el procedimiento, casi siempre esgrimen razones de alcoba para explicar esa prisa. "...hijos secretos", "...Corinna", "...Bárbara Rey", "...Paloma San Basilio", nos dicen o insinuan, con el fin de hacernos creer que lo único que podría prosperar es una demanda de paternidad.

Yo lo dudo mucho. Creo que los asuntos de faldas relacionados con JC están atados y bien atados, y que si alguna vez hubo algún pequeño bastardo gateando por algún lugar, probablemente no llegó jamás a andar. Pues anda que no se reconoce a un Borbón a cuaquier distancia; basta con oírle hablar.

Ahora está de moda decir que en ejpaña hay muchos aforados (qué más dá otro más, nos dicen), pero la realidad es que los privilegios de este señor van mucho más allá de los de sus señorías los diputados, senadores, jueces etc.

Un aforamiento se otorga para evitar que un servidor público tenga que estar mucho tiempo pendiente de denuncias peregrinas por parte de tocapelotas (que los hay), de modo que uno no tenga que estar los cuatro años de su mandato demostrando su inocencia de cualquier cosa de que le acusen.
Pero ya está. Termina su mandato y termina su aforamiento. Si le da por agarrarse una cogorza y estrellar un helicóptero contra la catedral de Burgos tras saltar en paracaídas, el menda se tendrá que enfrentar a un buen marrón judicial.
Esto también se evita con el aforamiento perpetuo, civil y penal y con carácter retroactivo que se le ha concedido al monarca padre.

"Lo puede juzgar el supremo", dicen. Sí, digo yo; lo va a juzgar el segundo tribunal más politizado del país (después del inútil constitucional). Sencillamente el supremo se dedicará a echar balones fuera, o lo que es lo mismo, no admitir a trámite la más mínima iniciativa contra su ex-majestad (o sigue siendo majestad?).

La verdad, desconozco que oscuros asuntos puede tener en su pasado el rey emérito, pero deben ser gordos, a juzgar por cómo se han tomado desde el bobierno el asunto de su "inmunidad". Los desconozco, y tampoco se me ocurren, porque al fin y al cabo, no sé que delito relacionado con su cargo puede cometer alguien que no tiene funciones de hecho, y que básicamente se ha pasado los últimos 39 años (sí, más que franco) viajando por el mundo haciendo los peores amigos que un jefe de estado puede hacer.
Quiero decir que no puede ser partícipe de ningún delito relacionado con el poder, porque prácticamente nunca ha tenido poder, y sobre fechorías más gruesas, en realidad, su inviolabilidad tampoco le protegía.
No creo que hagan semejante chapuza para protegerle de una más que posible acusación de blanqueo de capitales y evasión de impuestos, y por desgracia, ser amigo de dictadores y genocidas no es un delito.
Hombre, cometió en su día delito de alta traición, ya que al fin y al cabo juró lealtad a los principios del movimiento nacional, y a los pocos años se pasó su juramento por el forro. No obstante, con lo demócratas que somos ahora, seguro que no van por aquí los tiros.
Tampoco estará relacionado con su actuación durante el 23-f, ya que a día de hoy, el que quiera saber lo que pasó no tiene más que enterarse un poco de quiénes y cómo eran el general Armada y el general Milans, y escuchar con un poco de pensamiento crítico el discursito del "salvador de la democracia".

En fin, sólo queda una alternativa: que lo estén protegiendo de los dolientes seguidores de Mitrofán, el simpático oso siberiano, que vio eclipsada su fama por un aburrido elefante de Botswana.

Pobre Mitrofán.

Siempre en nuestros corazones.


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