Como muchos de los pocos que me leéis sabéis, ya hace tiempo
que me arrogué el deber de instruir a las masas. Y es que es necesario. Vivimos
en un país en el que te pegas el día matando tontos, y cada vez hay más.
El tema de hoy es, cómo no, el ébola. Sin entrar en
cuestiones científicas, ya que seguro que ningún responsable político ha
entrado tampoco en ellas, podemos decir que es un virus peligrosete. Vamos que
lo coges y con bastante seguridad te vas al otro barrio sudando, meando,
cagando, esputando y secretando sangre por todos los orificios del cuerpo (y lo
que no son orificios).
Y no voy a entrar a valorar lo acertado de traerte a dos
personas infectadas, sabiendo en ambos casos que los traes a morir. Tampoco voy
a valorar lo acertado de sacrificar al can después de darle vueltas y vueltas.
Tampoco diré nada sobre si a una persona un traje le queda pequeño, la causa es
que el traje es pequeño, o que él es muy alto.
Hablaré de... "Er protocolo".
El protocolo, es decir, el conjunto de normas y pautas a
seguir para completar un procedimiento, se establece, entre personas
inteligentes, en función de los medios disponibles y el fin a conseguir. Aquí
es sencillo. Poder llegar a manipular e interactuar con una persona infectada,
sin acabar infectado, y con suerte, curarla.
Al parecer, nuestra protagonista se presentó voluntaria para
tratar al enfermo. Los que la admitieron, supongo que sabrían que el día
veintitantos se iba de vacaciones, y supongo que esperaban que el enfermo aun
estuviera vivo. Aquí está el principal fallo del protocolo. Si el misionero
hubiera seguido vivo, alguien debería haber sustituido a nuestra protagonista,
con lo que otra persona habría estado expuesta al virus sin necesidad. El
misionero murió, y la chica se fue de vacaciones. A partir de este momento, ya
no hay protocolos que valgan. Lógicamente la infección tiene sus
peculiaridades, y parece que mientras no se desarrollan síntomas, no hay riesgo
de contagio, pero... ¿qué es para ti tener fiebre? ¿Todos nos encontramos igual
de mal con x grados? ¿Qué pasa si la chica se va de vacaciones a un país
extranjero, con una lengua desconocida, o con servicios sanitarios precarios?
Por lo demás, ya sabemos, la típica txapuza nacional. Trajes
cutres, atención al paciente que no atiende, información que no circula,
ambulancias no preparadas, responsables sin ningún tipo de preparación, ni
cultura, ni educación ni vergüenza, etc, etc, etc.
Eso sí, los medios, en su sitio. Ayer el ABC pedía
responsabilidad a su competencia, con el siguiente editorial:
"La
responsabilidad que incumbe a los medios de comunicación ante la sociedad es
especialmente intensa en estos casos. El deber de información y crítica es
intocable, más aún cuando la acción política del Gobierno es mejorable. Pero
entre mantener una actitud crítica y abrir la puerta al amarillismo hipocondríaco
hay un trecho que no se debería recorrer, porque cuando se cae en esta segunda
opción las siguientes víctimas del virus son el rigor informativo y la
prudencia profesional, principalmente porque es una opción que se alimenta del
desconocimiento de la gente sobre lo que está pasando.
Baste ver el desfile
de testimonios y escenas en los medios de ciudadanos a cada cual más alarmado y
más alarmante, como si Madrid fuera un reservorio mundial del ébola. Y
simultáneamente, la misma intensidad y cantidad de imágenes se ha dedicado a
esa protesta de unas decenas de animalistas que se oponían al sacrificio del
perro de la auxiliar infectada, decisión apoyada en criterios técnicos y de
puro y elemental sentido común. El mismo riesgo que para unos, tratándose de
personas aún no infectadas, es pandémico, para otros, tratándose de un perro,
es perfectamente controlable.
Medios y ciudadanos
debemos aprender a gestionar estas crisis con unas actitudes más prudentes y
contenidas, porque criticar e informar no tiene que hacerse a costa de fomentar
el alarmismo o de sustituir lo importante por lo anecdótico."
Bonito, eh? En páginas interiores, en cambio, nos sorprendía
con el siguiente titular: "Cómo construir un búnker para resistir a una epidemia"
Impresionante.