05 diciembre 2007

Pon una equis


Puede que hayáis visto últimamente en la tele la nueva campaña publicitaria puesta en marcha por la iglesia, para pedir a todos los contribuyentes de bien, que les cedan una parte de sus aportaciones fiscales, al marcar la casilla de la iglesia en la declaración del IRPF.
No suelo ser yo una persona especialmente crítica con los hijos de Jehová, ya que, como asociación privada que son, me parecen muy libres de adoctrinar y aconsejar de la manera que crean más oportuna. Opino que si un gobierno en concreto se deja influir por ellos, es culpa del gobierno, y no de la iglesia, que al fin y al cabo, no hace nada que no hagan otros colectivos como ecologistas, feministas, asociaciones de padres, comunidades de vecinos, asociaciones ciclistas, asociaciones de productores de vino, hosteleros, agricultores, etc. Todos intentan que el gobierno les arrime el ascua a su sardina.
Sí me parece mal que se pueda elegir darles parte de nuestros impuestos a ellos, y la otra opción sea "otros fines de interés social"; no podemos elegir que nuestra aportación vaya por ejemplo, al colectivo "Hijos de Satán por una ciudad sin bicis", u otra similar. Irá a la iglesia o a lo que decida hacienda, por ejemplo "El arca de Zoé".
El caso es que hace bien la iglesia en pedir nuestra aportación, porque parece ser que van a necesitar fondos.
Recientemente han llegado a otro acuerdo (digo otro porque ha habido ya otros anteriores igual de jugosos y más), según el cual pagarán a una feligresa que fue violada por siete curas (lo de siete tendrá algo que ver con las escrituras. Menos mal que no fueron cuarenta) medio millón de dólares para que ésta haga voto de silencio, y no vaya con el cuento a los tribunales, que el chismorreo, además de estar muy mal visto, es pecado.
La mujer, que ahora tiene 46 años, dice sentirse feliz y aliviada. Al parecer tenía 16 cuando el sacerdote Santiago Tamayo mantuvo relaciones con ella por primera vez. Posteriormente, éste además tuvo la virtud de engendrarle un hijo (igual fue el espíritu santo). Bueno, él o cualquiera de los otros séis a los que la ofreció para que impartieran doctrina sobre ella.
Al enterarse de que la feligresa estaba en estado de buena esperanza, se ofreció a financiarle el viaje a Filipinas para que abortara. Vamos, todo un hombre de fe.
Ya en 1999, y en su lecho de muerte, el bueno de Tamayo se arrepintió de todo (es lo bueno de ser católico) y le facilitó una confesión a la víctima.
Yo, sinceramente, pienso que la chica podía haber sacado bastante más pasta, pero bueno, medio millón de pavos, no está tan mal.
Sí que llama la atención que, desde el punto de vista americano, en realidad es la historia perfecta:
Los curas, muertos y arrepentidos, estarán en el cielo, a la derecha del señor. La iglesia se evita que ninguno de los suyos de con sus huesos en el talego, y la víctima, 30 años después de lo sucedido, trinca, que no es lo de menos.
Todos felices.

En la foto, la conciencia de españa juega con la niña a "¿Dónde he escondido el lazo rojo?".

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