23 noviembre 2009

Cosas que me hacen tener ganas de matar II

Hace unos años, en Pamplona, casi todo era verde. El verde era el "color corporativo" de la ciudad. Las fuentes (del león o no) eran verdes, las papeleras eran verdes, las barandillas de lo que sea eran verdes, las villavesas eran verdes, las marquesinas eran verdes y los bancos de los parques eran rojos y verdes, o blancos y verdes.
De un tiempo a esta parte, desde que tenemos una alcaldesa que no es de Pamplona, la ciudad se ha ido tornando gris, y lo mismo ha sucedido con su mobiliario urbano. Ya nada es verde; todo es gris. Y una de esa cosas que ahora es gris (y marrón) es la protagonista de este segundo artículo de la serie.
Me refiero a los bancos de los parques, y más concretamente, a los bancos sin respaldo.



Yo pensaba que los bancos se ponían para que los ciudadanos pudieran sentarse y estar un buen rato, bien sea hablando, comiendo pipas, leyendo el periódico, tomando el fresco, tomando el sol, tomando un helado, dando de comer a las palomas, compartiendo un katxi de kalimotxo...
Pero últimamente abunda por nuestra ciudad el modelo de banco "¡Ahí te pudras!". Son esos bancos sin respaldo que inexplicablemente han colocado en no pocas calles y plazas de Pamplona, sin duda porque nadie de los que toman las decisiones se sienta en la puta vida en un banco.
Que conste que no lo digo por mi, que muy pocas veces hago uso de ellos, pero es que pasas al lado de una cuadrilla de jubilados sentados en uno de ellos y parece el banquillo de los suplentes de un equipo de fútbol (si no fuera porque los banquillos de los equipos de fútbol ahora parecen la cabina de mando del Enterprise).



¿Es posible que los bancos sin respaldo nos hayan salido más baratos, por el hecho de no tener respaldo? Lo dudo mucho. Entonces, ¿Por qué se pone un banco sin respaldo? ¿Somos conscientes de que en un banco con respaldo, si quieres te apoyas y si no quieres no? ¿Qué se supone que debe hacer mi abuelo en un banco sin respaldo? ¿Esperar su muerte con la espalda recta?
¿Cuál fue el motivo de su fabricación y cuál el de su compra? ¿Se trata de una estrategia para que nadie aguante más de quince minutos sentado en ellos y así siempre haya sitio libre?
De verdad, no lo entiendo.

Por cierto, ya lo publiqué en su día, pero no puedo evitar recordar el nombre técnico del modelo de banco que se instala ahora en Pamplona. Pincha.



Increíble, amigos de la nave del misterio.

6 comentarios:

G.DANGER dijo...

Estimado Casto, el viernes se perdió un autentico risoto de cinco tenedores elaborado por Charlestone...

El tío Goyo dijo...

Juan y pinchame se fueron a nadar...

Casto López Armada dijo...

Ya he catado el risoto de Charlestone, y aunque estaba exquisito, no tengo buen recuerdo de aquella noche (de hecho, tengo muy pocosr recuerdos de aquella noche).

yo misma dijo...

Querido amigo, me ha encantado este post, es más te doy toda la razón. Por cierto tengo otro tema que también te da ganicas de matar, el carril bici "fantasmabólico".

¿Dónde están todas esas bicis que llevaban el cartelito de Bidegorria Bai?

Casto López Armada dijo...

Es que con lo del carril bici me ha dicho mi médico que mejor que ni me meta. Por muy sano que se esté, hay cosas que no hay cuerpo que las aguante.

Juan dijo...

Habría que ver quién es el autor del modelo de los bancos sin respaldo...