29 julio 2010

Vetitum, vetitumi




El President, José Montilla, se ha colocado tras el atril, y, entre otras cosas, ha dicho: "Yo he votado en contra de la prohibición de las corridas, porque creo en la libertad".
Ya sabéis que a los políticos muchas veces, hay que entenderles por lo que no dicen, en lugar de por lo que dicen. Montilla, al decir que ha votado en cotra de la prohibición porque cree en la libertad, deja claro que, aunque sea inconscientemente, piensa que la ley que acaban de aprobar en el parlamento catalán cercena la libertad de las personas. También deja claro que él considera que los que han votado a favor, no creen en la libertad.

Como sabéis los que entráis por aquí de vez en cuando, yo soy taurino. Aun así, he de decir que me importa más bien poco que en Cataluña hayan prohíbido las corridas de toros. Al fin y al cabo, hace mucho que soy consciente de que si bien podré contar a mis nietos muchas batallitas sobre el mundo de los toros, ellos no podrán verlo en directo. También tengo bastante claro que por muchos comentarios que se oigan hoy sobre los motivos de esa prohibición y su oportunismo político, la realidad canta, y dice que en Cataluña, la afición a los toros es poca, y va a menos. Sin duda de esto es responsable el actual propietario de la plaza monumental (a quien por cierto, la van a tener que indemnizar con un buen pellizco del erario público), y en no menor medida, los responsables de todas las demás plazas de ejpaña, que han hecho de la fiesta de los toros la mamarrachada que en casi todas ocasiones, es hoy en día.



Por supuesto, también influye el hecho de que hoy ya son mayores todos los hijos del desarrollismo ejpañol, que vieron dibujos animados y creen que puesto que Mickey Mouse, el pato Donald, el gato Silvestre y Pixie y Dixie hablan, pues los animales serán como las personas, y tendrán los mismos gustos que nosotros y les molestarán las mismas cosas que a nosotros. Creen que los animales son conscientes de cosas como el estrés, la ansiedad, el sufrimiento o la muerte. Se consideran sus salvadores, con capacidad para meterse en su pellejo y explicarnos a los demás sus "sentimientos", y aclararnos sus necesidades, sin importarles las consecuencias ni la opinión de los demás.

No se dan cuenta de que un toro no teme al dolor, aunque llegue a causarle la muerte, del mismo modo que un perro no teme a los coches a pesar de que minutos después, muera atropellado en una autopista.



Tampoco se dan cuenta de que el toro bravo, aun siendo bravo, es hoy un animal doméstico, que pervive tan sólo porque hay criadores que se empeñan en que siga siendo así. Unos pocos son asquerosamente ricos, sí, pero no es la norma, ni la mayoría. La mayoría persisten porque en los grandes latifundios que necesariamente ocupan los toros, aprovechan para cultivar olivos, encinas, alcornoques etc, para con estos ingresos, compensar los balances de la otra actividad, más por razones románticas que económicas.



No se dan cuenta de que probablemente, el toro bravo es el animal que menos necesita de su "protección". Esto no es como "Salvad las ballenas", que con no matarlas, ahí estarán. El toro es la pieza más importante del engranaje de una industria de considerable tamaño. El día que esa industria caiga, el toro dejará de ser necesario, y desaparecerá, del mismo modo que hoy no existen los caldereros, las hilanderas, los calafates, los aguadores o las plañideras. Esto no es un drama, porque son oficios que en general, se han sustituido por otros mejores. Pero cuando el toro desaparezca, no habrá nada en su lugar. Y esto, otra vez, no son las ballenas, con su extinción eterna con impermeables de colores, cabellos al viento de las zodiac, sentadas y encadenamientos. El toro desaparecerá en cuestión de días una vez se promulgue una ley que deje sin sentido su existencia. Los ganaderos llevarán sus últimas camadas al matadero, venderán las dehesas y en pocos años, donde antes pastaban orgullosos, tranquilos y privilegiados los Miuras, los Dolores, los FuenteYmbro o los Saltillo, crecerán urbanizaciones y campos de golf, donde ir a protestar con chanclas de colores, para la preservación del saltamontes ibérico y el mosquito ligre.



No se dan cuenta de que en este mundo, cada vez más edulcorado y aburrido, la emoción es un bien escaso, y algunos (no pocos), la encontramos en la lucha, por supuesto desigual, entre toro y toreros.



No se dan cuenta, en fin, de que estas pequeñas tradiciones, por bárbaras y arcáicas que parezcan, son las que dan identidad a los pueblos, y nos hacen diferentes a unos de otros. Puede que cuando en toda Europa, todos seamos como los alemanes o los suecos, en ejpaña se darán cuenta de que en realidad, no somos ni alemanes ni suecos, sino unos muertos de hambre que han renunciado a las pocas cosas que nos hacían ser envidiados por ellos.


Una última reflexión para los que sienten indiferencia o se alegran por esta ley. Lo próximo puede ser algo que os guste a vosotros. Hay muchas cosas buenas para muchos a las que, hilando fino y tocando los cojones, se les encuentra el lado negativo.

Deportes de lucha, deportes de riesgo, el vino, los cubatas, la música a alto volumen, la música subversiva, los perros en las ciudades, la panceta, el chuletón, el marisco, los hongos, la txistorra, las magras, el ajoarriero, la caza, la pesca, las meriendas en el monte, montar a caballo, las putas, los travestis, las discotecas, el bar de la esquina, la lejía, los ordenadores, los teléfonos móviles, los teléfonos fijos, la cocacola, la cerveza, el kas de naranja y de limón, los periódicos de derechas, los periódicos de izquierdas, los periódicos independientes, la televisión gratuita, la televisión de pago, la telebasura, la radio, internet, las botellas de vidrio, las botellas de plástico, los muebles de madera, los muebles de material sintético, reciclar papel, no reciclar papel, el deporte rural, beber leche, el fluor, viajar en avión, viajar en coche, viajar en tren, viajar en barco, estrecharse la mano, besar en la boca, chupar la oreja de otro/a, el café, la copa y el puro, el aborto regulado, el matrimonio entre homosexuales, la herencia del abuelo, el mus, la playa, los chiringuitos, las minifaldas, las medias de rejilla, las botas de tacón, los petardos, los fuegos artificiales...

...y el cordero al txilindrón.

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